Valencia, 16 de agosto de 2008
Las Manos Blancas no Ofenden.
Pedro Calderón de la Barca.
Compañía Nacional de Teatro Clásico
Dirección: Eduardo Vasco
Almagro, julio 2008.
Hace unos días comentábamos el renacer del teatro clásico, a partir de un artículo escrito por Eduardo Vasco, publicado en El País y me vino a la cabeza el montaje del propio Eduardo del texto de Calderón de la Barca, Las Manos Blancas no Ofenden con la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC).
Tengo que reconocer que no había leído el texto de Calderón aunque sí sabía de su existencia y, sobre todo, sí sabía de esa faceta cortesana de Calderón que huye de su teatrum filosoficum y se adentra, como nadie, en los terrenos del enredo grande.
Sin entusaismarme en exceso el texto en sí, sí que entusiasma la maravillosa carpintería teatral de Don Pedro que más bien parece relojería suíza cuando la pieza se va acercando a su final y, sin saber nadie cómo, se saca un final genial de la manga y empieza todo a cuadrar con todo. Se nota como Calderón -siendo una pieza de encargo de la corte de Felipe IV- trata de estar a la altura del propio encargo, y lo consigue ¡vaya si lo consigue!
Para empezar es un acierto proyectar la obra al Milán del siglo XVII, cosa que respeta Vasco y se agradece porque con toda la perspectiva histórica que tenemos juega y deslumbra en sus hallazgos -escénicos y musicales-, quizá despistaba alguna pieza musical (interpretadas de maravilla por un terceto de cuerda) demasiado famosa.
Al fin este Calderón de la Barca en manos de un director atrevido como Eduardo Vasco te acerca al mejor Moliere en cuanto a manejo del enredo y de la trama y, por supuesto, de todos los resortes escénicos al alcance -mujeres que hacen de hombres, hombres que hacen de mujeres, cambios de escenario, de vestuario-.
Una joya para ver y disfrutar varias veces y con esto ya lo digo todo. Gracias al CNTC y a su director.
Buenas noches y buena suerte.
Las Manos Blancas no Ofenden.
Pedro Calderón de la Barca.
Compañía Nacional de Teatro Clásico
Dirección: Eduardo Vasco
Almagro, julio 2008.
Hace unos días comentábamos el renacer del teatro clásico, a partir de un artículo escrito por Eduardo Vasco, publicado en El País y me vino a la cabeza el montaje del propio Eduardo del texto de Calderón de la Barca, Las Manos Blancas no Ofenden con la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC).
Tengo que reconocer que no había leído el texto de Calderón aunque sí sabía de su existencia y, sobre todo, sí sabía de esa faceta cortesana de Calderón que huye de su teatrum filosoficum y se adentra, como nadie, en los terrenos del enredo grande.
Sin entusaismarme en exceso el texto en sí, sí que entusiasma la maravillosa carpintería teatral de Don Pedro que más bien parece relojería suíza cuando la pieza se va acercando a su final y, sin saber nadie cómo, se saca un final genial de la manga y empieza todo a cuadrar con todo. Se nota como Calderón -siendo una pieza de encargo de la corte de Felipe IV- trata de estar a la altura del propio encargo, y lo consigue ¡vaya si lo consigue!
Para empezar es un acierto proyectar la obra al Milán del siglo XVII, cosa que respeta Vasco y se agradece porque con toda la perspectiva histórica que tenemos juega y deslumbra en sus hallazgos -escénicos y musicales-, quizá despistaba alguna pieza musical (interpretadas de maravilla por un terceto de cuerda) demasiado famosa.
Al fin este Calderón de la Barca en manos de un director atrevido como Eduardo Vasco te acerca al mejor Moliere en cuanto a manejo del enredo y de la trama y, por supuesto, de todos los resortes escénicos al alcance -mujeres que hacen de hombres, hombres que hacen de mujeres, cambios de escenario, de vestuario-.
Una joya para ver y disfrutar varias veces y con esto ya lo digo todo. Gracias al CNTC y a su director.
Buenas noches y buena suerte.
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