sábado, 23 de agosto de 2008

Francisco de Quevedo


Francisco de Quevedo
(1580-1645)
Cuánta poesía amatoria escrita, cuántos versos -algunos echados ya al olvido- esperando una respiración que los devuelva a la vida. Otro soneto con sus catorce versos de once sílabas, que, aunque no acomodan bien a la rspiración del habla española, compensan por su vuelo largo y, por supuesto, por su estructura general tan cerrada y perfecta como para que el poeta pueda plantear su cuita, reflexionarla y finalizarla. No nos resistimos a publicar el famoso soneto que trata de definir el amor para contrastarlo con el de Lope.
Definiendo el Amor
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente;
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado;
es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo,
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es tu abismo;
mirad cuál amistad tendra con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.

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