Francisco de Rioja
(1583-1659)
Este blog no pretende ser ningún referente, o algo parecido, de poesía y teatro del siglo de oro. Este cuaderno sólo es una ventana de libertad a través de la cual acercarnos de manera humilde a los versos que más nos admiran y al patrimonio teatral más grande que existe en el mundo entero. Desde esa libertad queremos reivindicar a poetas ciertamente olvidados como Francisco de Rioja -protegido del Conde Duque de Olivares y bibliotecario de Felipe IV-. Poeta con unas posibilidades fonoestilísticas ilimitadas, poeta de una gran potencialidad emocional y con un paraíso mental lleno de toda la melancolía barroca. Hagamos, por favor, el esfuerzo de leer con verdadera atención el siguiente soneto y advertiremos el alcance real o poético que la textura del poema encierra.
En mi prisión y en mi profunda pena
sólo el llanto me hace compañía,
y el horrendo metal que noche y día
en torno al pie molestamente suena.
No vine a este rigor por culpa ajena;
yo dejé el ocio y paz en que vivía,
y corrí al mal, corrí a la llama mía
y muero ardiendo en áspera cadena.
Así del manso mar en la llanura,
levantando la frente onda lozana,
la tierra al agua en que nació prefiere;
mueve su pompa a la ribera, ufana,
y cuanto más sus cercos apresura,
rota más presto en las arenas muere.
Ante la dificultad de encontrar material editado de la época, agradecemos la antología de María Asunción Mateo y Rafael Alberti para la colección Milhojas dirigida por Mario Muchnik.
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