Pedro Soto de Rojas
(1584-1658)
Cuando nos enfrentamos a la lectura de un soneto es inevitable que nos asalte la eterna cuestión del estilo verbal preciso para ese soneto o para cualquier otro. ¿Cómo se recita un soneto?, ¿cómo se dice?, ¿cuál es su estilo verbal? Ya dijimos que el estilo verbal es la música del pensamiento, por lo tanto primero debemos desvelar cuáles son los pensamientos que encierra ese soneto y, a partir de ahí, asignarle la música más conveniente. Lo que no se debe hacer jamás y es práctica común muy extendida, es hacerlo al revés, es decir, ponerle una música hueca y luego preguntarse cuál es el pensamiento de ese sonido vacío porque la respuesta es obvia: NINGUNO. En música ocurre lo mismo, no se trata tan sólo de saber leer una partitura tanto como de saber qué quiere decir esa partitura. Y así estamos todavía en este país, discutiendo cómo debe sonar un soneto en vez de discutir qué pone en ese soneto... en fin.
Mirando un incendio
Subes, ¡oh llama!, con veloz carrera,
de estos cansados leños desatada,
solicitando, en humo transformada,
el distante reposo de tu esfera;
pero al subir por la región ligera
te vuelve el viento burlador en nada:
¡ay de ti, cuanto amante, desdichada,
de mi más dulce acción imagen fiera!
Así disuelta, sube, el alma mía
del corazón, solicitando asiento,
a la esfera veloz de su alegría,
y nunca llega a conseguir su intento,
que es humo de mi ardor, y a su porfía
es un desdén dificultad del viento.
Seguimos agradecidos a la selección de poemas de María Asunción Mateo y Rafael Alberti para Milhojas de Mario Muchnik.
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