sábado, 6 de septiembre de 2008

Don Quijote de la Mancha


Lo bueno de tener una ventana abierta en el blog intitulada "digresiones" es que se puede desbarrar. ¿Qué es sino una digresión?



Estos días fantásticos de septiembre donde la temperatura es cálida pero no canicular, ayer llovió y refrescó la atmósfera, aprovechamos para releer la gran novela por excelencia "Don Quijote de la Mancha" y, como siempre, que uno la relee, la novela es otra, cuando el que es otro es uno mismo pero vaya la sensación es la de estar leyendo otra novela.



En esta relectura detectamos cómo Miguel de Cervantes a medida que avanza en la escritura de su novela, avanza también en comprensión, respeto y amor hacia sus personajes. Como ocurre en la vida misma cuando entablas una buena amistad que, con el tiempo, se torna en una gran amistad y todo lo que ello implica. Con sus personajes ocurre lo mismo y, sabiendo, que no tenía en la cabeza escribir la segunda parte, cuando la novela llega a su capítulo XXV, más o menos la mitad, el lector se topa con lo siguiente:





Soberana y alta señora:


El ferido de punta de ausencia, y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que además de ser fuerte es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación, ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo. Si gustares de socorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo.


Tuyo hasta la muerte,
El caballero de la triste figura




Y como dice un personaje de Shakespeare "¿Quieren ustedes mi opinión?, allá va, no me la puedo guardar" -sabiendo que la carta está llena de arcaísmos, sabiendo que es burlesca para con las cartas de las novelas de caballerías- nos parece la carta de amor más bella jamás escrita.



En este momento de la novela se nota que Cervantes está fascinado con su personaje, tanto que esta carta en su boca es de una ternura infinita -del autor hacia su criatura-.



Y toda la crítica que no ha captado esta belleza es porque no ha entrado o no se ha enterado de cómo evoluciona el amor y la comprensión del autor hacia su personaje, porque no se han dado cuenta de la gran humanidad que hay que tener para que estas cosas pasen. Así que se quedan en el exterior tan sólo y claro, efectivamente la carta está llena de arcaísmos, de imágenes ya utilizadas en el Amadís de Gaula y otras novelas de referencia en los libros de caballería pero se han quedado impermeables al gran hombre que es en este momento Cervantes.



¿A qué viene todo esto? A nada, simplemente se trata de una digresión al hilo de la lectura en estos días de tregua canicular de Don Quijote de la Mancha.



Memorizemos esta carta, merece la pena, hay tanta emoción contenida.

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