Francisco de Rojas Zorrilla
(1607-1648)
El año pasado se conmemoraba el 400 aniversario de Rojas Zorrilla y asistimos, interesados, a las Jornadas de Almagro en torno al poeta dramático. Resultaron interesantes, no tanto la puesta en escena a cargo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico -en esta ocasión dirigida por Laila Ripoll-, pues se nos antojó muy encorsetada y gratuita por momentos. Nunca se trabajo a favor de los actores que también parecían envarados, a pesar de contar con actores de la talla de Joaquín Notario. Vamos con un fragmento que nos gusta mucho y que también encandiló, en su momento, a Rafael Alberti y su inseparable María Asunción Mateo que lo seleccionaron para su antología de poesía amatoria -Canción de Canciones- editada por Milhojas dirigida por Mario Muchnik.
Del rey abajo, ninguno
Jornada III
DOÑA BLANCA
¿Habrá alguna, Cielo injusto,
a quien dé el hado cruel
los males tan de tropel
y los bienes tan sin gusto
como a mí? ¿Ni podrá estar
viva con mal tan esento,
que no da vida un contento
y da la muerte un pesar?
¡Ay, esposo, qué de enojos
me debes! Mas pesar tanto,
¿cómo lo dicen sin llanto
el corazón y los ojos?
(Pone un lienzo en el rostro y sale DON MENDO.)
DON MENDO
Labradora que al abril
florida en la gala imita,
de los bellos ojos quita
ese nublado sutil,
si no es que, con perlas mil,
bordas, llorando, la holanda.
¿Quién eres? La Reina manda
que te guarde, y ya te espero.
DOÑA BLANCA
Vamos, señor caballero,
el que trae la roja banda.
DON MENDO
Bella labradora mía,
conócesme acaso?
DOÑA BLANCA
Sí;
pero tal estoy, que a mí
apenas me conocía.
DON MENDO
Desde que te vi aquel día
cruel para mí, señora,
el corazón que te adora
ponerse a tus pies procura.
DOÑA BLANCA
(Aparte.)
¡Sólo aquesta desventura,
Blanca, te faltaba ahora!
DON MENDO
Anoche en tu casa entré
con alas de amor por verte,
mudaste mi feliz suerte,
mas no se mudó mi fe;
tu esposo en ella encontré,
que cortés me resistió.
DOÑA BLANCA
¿Cómo? ¿Qué decís?
DON MENDO
Que no,
Blanca, la ventura halla
amante que va a buscalla,
sino acaso, como yo.
DOÑA BLANCA
Ahora sé, caballero,
que vuestros locos antojos
son causa de mis enojos
que sufrir y callar quiero.
(Sale DON GARCÍA.)
DON GARCÍA
(Aparte.)
Al conde de Orgaz espero.
Mas, ¿qué miro?
DON MENDO
Tu dolor
satisfaré con amor.
DOÑA BLANCA
Antes quitaréis primero
la autoridad a un lucero,
que no la luz a mi honor.
DON GARCÍA
(Aparte.)
¡Ah, valerosa mujer!
¡Oh, tirana Majestad!
DON MENDO
Ten, Blanca, menos crueldad.
DOÑA BLANCA
Tengo esposo.
DON MENDO
Y yo poder,
y mejores han de ser
mis brazos que honra te dan
que no sus brazos.
DOÑA BLANCA
Sí, harán,
porque bien o mal nacido,
el más indigno marido
excede al mejor galán
DON GARCÍA
(Aparte.)
Mas, ¿cómo puede sufrir
un caballero esta ofensa?
Que no le conozco piensa
el Rey; saldréle a impedir.
DON MENDO
¿Cómo te has de resistir?
DOÑA BLANCA
Con firme valor.
DON MENDO
¿Quién vio
tanta dureza?
DOÑA BLANCA
Quien dio
fama a Roma en las edades.
DON MENDO
¡Oh, qué villanas crueldades!
¿Quién puede impedirme?
DON GARCÍA
Yo,
que esto sólo se permite
a mi estado y desconsuelo,
que contra rayos del cielo
ningún humano compite,
y sé que aunque solicite
el remedio que procuro,
ni puedo ni me aseguro
que aquí, contra mi rigor,
ha puesto un muro el amor
y aquí el respeto otro muro.
DOÑA BLANCA
¡Esposo mío, García!
DON MENDO
(Aparte.)
Disimular es cordura.
DON GARCÍA
¡Oh malograda hermosura!
¡Oh poderosa porfía!
DOÑA BLANCA
¡Grande fue la dicha mía!
DON GARCÍA
¡Mi desdicha fue mayor!
DOÑA BLANCA
Albricias pido a mi amor.
DON GARCÍA
Venganza pido a los Cielos,
pues en mis penas y celos
no halla remedio el honor;
mas este remedio tiene:
vamos, Blanca, al Castañar.
DON MENDO
En mi poder ha de estar
mientras otra cosa ordene,
que me han dicho que conviene
a la quietud de los dos
el guardalla.
DON GARCÍA
Guárdeos Dios
por la merced que la hacéis;
mas no es justo vos guardéis
lo que he de guardar de vos;
que no es razón natural,
ni se ha visto ni se ha usado,
que guarde el lobo al ganado
ni guarde el oso al panal.
Antes, señor, por mi mal
será, si a Blanca no os quito,
siendo de vuestro apetito,
oso ciego, voraz lobo,
o convidar con el robo
o rogar con el delito.
DOÑA BLANCA
Dadme licencia, señor.
DON MENDO
Estás, Blanca, por mi cuenta,
y no has de irte.
DON GARCÍA
Esta afrenta
no os la merece mi amor.
DON MENDO
Esto ha de ser.
DON GARCÍA
Es rigor
que de injusticia procede.
DON MENDO
(Aparte.
Para que en Palacio quede
a la Reina he de acudir.)
De aquí no habéis de salir,
ved que lo manda quien puede.
(Vase.)
¿Habrá alguna, Cielo injusto,
a quien dé el hado cruel
los males tan de tropel
y los bienes tan sin gusto
como a mí? ¿Ni podrá estar
viva con mal tan esento,
que no da vida un contento
y da la muerte un pesar?
¡Ay, esposo, qué de enojos
me debes! Mas pesar tanto,
¿cómo lo dicen sin llanto
el corazón y los ojos?
(Pone un lienzo en el rostro y sale DON MENDO.)
DON MENDO
Labradora que al abril
florida en la gala imita,
de los bellos ojos quita
ese nublado sutil,
si no es que, con perlas mil,
bordas, llorando, la holanda.
¿Quién eres? La Reina manda
que te guarde, y ya te espero.
DOÑA BLANCA
Vamos, señor caballero,
el que trae la roja banda.
DON MENDO
Bella labradora mía,
conócesme acaso?
DOÑA BLANCA
Sí;
pero tal estoy, que a mí
apenas me conocía.
DON MENDO
Desde que te vi aquel día
cruel para mí, señora,
el corazón que te adora
ponerse a tus pies procura.
DOÑA BLANCA
(Aparte.)
¡Sólo aquesta desventura,
Blanca, te faltaba ahora!
DON MENDO
Anoche en tu casa entré
con alas de amor por verte,
mudaste mi feliz suerte,
mas no se mudó mi fe;
tu esposo en ella encontré,
que cortés me resistió.
DOÑA BLANCA
¿Cómo? ¿Qué decís?
DON MENDO
Que no,
Blanca, la ventura halla
amante que va a buscalla,
sino acaso, como yo.
DOÑA BLANCA
Ahora sé, caballero,
que vuestros locos antojos
son causa de mis enojos
que sufrir y callar quiero.
(Sale DON GARCÍA.)
DON GARCÍA
(Aparte.)
Al conde de Orgaz espero.
Mas, ¿qué miro?
DON MENDO
Tu dolor
satisfaré con amor.
DOÑA BLANCA
Antes quitaréis primero
la autoridad a un lucero,
que no la luz a mi honor.
DON GARCÍA
(Aparte.)
¡Ah, valerosa mujer!
¡Oh, tirana Majestad!
DON MENDO
Ten, Blanca, menos crueldad.
DOÑA BLANCA
Tengo esposo.
DON MENDO
Y yo poder,
y mejores han de ser
mis brazos que honra te dan
que no sus brazos.
DOÑA BLANCA
Sí, harán,
porque bien o mal nacido,
el más indigno marido
excede al mejor galán
DON GARCÍA
(Aparte.)
Mas, ¿cómo puede sufrir
un caballero esta ofensa?
Que no le conozco piensa
el Rey; saldréle a impedir.
DON MENDO
¿Cómo te has de resistir?
DOÑA BLANCA
Con firme valor.
DON MENDO
¿Quién vio
tanta dureza?
DOÑA BLANCA
Quien dio
fama a Roma en las edades.
DON MENDO
¡Oh, qué villanas crueldades!
¿Quién puede impedirme?
DON GARCÍA
Yo,
que esto sólo se permite
a mi estado y desconsuelo,
que contra rayos del cielo
ningún humano compite,
y sé que aunque solicite
el remedio que procuro,
ni puedo ni me aseguro
que aquí, contra mi rigor,
ha puesto un muro el amor
y aquí el respeto otro muro.
DOÑA BLANCA
¡Esposo mío, García!
DON MENDO
(Aparte.)
Disimular es cordura.
DON GARCÍA
¡Oh malograda hermosura!
¡Oh poderosa porfía!
DOÑA BLANCA
¡Grande fue la dicha mía!
DON GARCÍA
¡Mi desdicha fue mayor!
DOÑA BLANCA
Albricias pido a mi amor.
DON GARCÍA
Venganza pido a los Cielos,
pues en mis penas y celos
no halla remedio el honor;
mas este remedio tiene:
vamos, Blanca, al Castañar.
DON MENDO
En mi poder ha de estar
mientras otra cosa ordene,
que me han dicho que conviene
a la quietud de los dos
el guardalla.
DON GARCÍA
Guárdeos Dios
por la merced que la hacéis;
mas no es justo vos guardéis
lo que he de guardar de vos;
que no es razón natural,
ni se ha visto ni se ha usado,
que guarde el lobo al ganado
ni guarde el oso al panal.
Antes, señor, por mi mal
será, si a Blanca no os quito,
siendo de vuestro apetito,
oso ciego, voraz lobo,
o convidar con el robo
o rogar con el delito.
DOÑA BLANCA
Dadme licencia, señor.
DON MENDO
Estás, Blanca, por mi cuenta,
y no has de irte.
DON GARCÍA
Esta afrenta
no os la merece mi amor.
DON MENDO
Esto ha de ser.
DON GARCÍA
Es rigor
que de injusticia procede.
DON MENDO
(Aparte.
Para que en Palacio quede
a la Reina he de acudir.)
De aquí no habéis de salir,
ved que lo manda quien puede.
(Vase.)
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