martes, 9 de septiembre de 2008

Pedro de Castro y Añaya



Pedro de Castro y Añaya

(1610-1644)

El poeta ha de aprender una determinada acttitui frenta a la hoja en blanco. Cuando se posee esa "attitud", que dirían los franceses, entonces se puede afrontar el abismo de la hoja en blanco. Por consiguiente, el problema no serían ya los versos sino la actitud, la perspectiva, el ángulo -como un buen operador de cámara- desde el que estamos mirando el poema, el verso. Cada palabra, estructurante o no, cada palabra radiante que diría Brook tiene o puede tener el mismo valor prosódico (una preposición o un artrículo indeterminado pueden ser tan pertinentes en un recitado, como una palabra estructurante). En un verso existe una correlación de fuerzas en las palabras -pequeñas o grandes- que lo forman. La relevancia es una cuestión artística: las pequeñas intuiciones del lector que, de pronto, resalta esta palabra o la otra, son, a veces, grandes logros.

Busca "les mots radiants" en este poema.

Copiate en mármol la mayor belleza,

oh Lauro, y tanto a Lisis parecido,

que de las dos es una ya la vida,

y de las dos es una la dureza.

Sola a Lisis formó naturaleza,

y tú nos diste a Lisis repetida,

Lisis o la estatua en ella convetida.

¿cuál de las dos se debe a tu destreza?

No fue el impulso, no, de la escultura,

que en el mármol viviente y sucesivo

Lisis quedase de morir ajena.

Arbitrio fue de amor, que hermosa y dura

formó otra Lisis, porque en mármol vivo

viva inmortal la causa de mi pena.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Francisco de Rojas Zorrilla




Francisco de Rojas Zorrilla

(1607-1648)


El año pasado se conmemoraba el 400 aniversario de Rojas Zorrilla y asistimos, interesados, a las Jornadas de Almagro en torno al poeta dramático. Resultaron interesantes, no tanto la puesta en escena a cargo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico -en esta ocasión dirigida por Laila Ripoll-, pues se nos antojó muy encorsetada y gratuita por momentos. Nunca se trabajo a favor de los actores que también parecían envarados, a pesar de contar con actores de la talla de Joaquín Notario. Vamos con un fragmento que nos gusta mucho y que también encandiló, en su momento, a Rafael Alberti y su inseparable María Asunción Mateo que lo seleccionaron para su antología de poesía amatoria -Canción de Canciones- editada por Milhojas dirigida por Mario Muchnik.


Del rey abajo, ninguno


Jornada III

DOÑA BLANCA
¿Habrá alguna, Cielo injusto,
a quien dé el hado cruel
los males tan de tropel
y los bienes tan sin gusto
como a mí? ¿Ni podrá estar
viva con mal tan esento,
que no da vida un contento
y da la muerte un pesar?
¡Ay, esposo, qué de enojos
me debes! Mas pesar tanto,
¿cómo lo dicen sin llanto
el corazón y los ojos?

(Pone un lienzo en el rostro y sale DON MENDO.)

DON MENDO
Labradora que al abril
florida en la gala imita,
de los bellos ojos quita
ese nublado sutil,
si no es que, con perlas mil,
bordas, llorando, la holanda.
¿Quién eres? La Reina manda
que te guarde, y ya te espero.

DOÑA BLANCA
Vamos, señor caballero,
el que trae la roja banda.

DON MENDO
Bella labradora mía,
conócesme acaso?

DOÑA BLANCA
Sí;
pero tal estoy, que a mí
apenas me conocía.

DON MENDO
Desde que te vi aquel día
cruel para mí, señora,
el corazón que te adora
ponerse a tus pies procura.

DOÑA BLANCA
(Aparte.)
¡Sólo aquesta desventura,
Blanca, te faltaba ahora!

DON MENDO
Anoche en tu casa entré
con alas de amor por verte,
mudaste mi feliz suerte,
mas no se mudó mi fe;
tu esposo en ella encontré,
que cortés me resistió.

DOÑA BLANCA
¿Cómo? ¿Qué decís?

DON MENDO
Que no,
Blanca, la ventura halla
amante que va a buscalla,
sino acaso, como yo.

DOÑA BLANCA
Ahora sé, caballero,
que vuestros locos antojos
son causa de mis enojos
que sufrir y callar quiero.

(Sale DON GARCÍA.)

DON GARCÍA
(Aparte.)
Al conde de Orgaz espero.
Mas, ¿qué miro?

DON MENDO
Tu dolor
satisfaré con amor.

DOÑA BLANCA
Antes quitaréis primero
la autoridad a un lucero,
que no la luz a mi honor.

DON GARCÍA
(Aparte.)
¡Ah, valerosa mujer!
¡Oh, tirana Majestad!

DON MENDO
Ten, Blanca, menos crueldad.

DOÑA BLANCA
Tengo esposo.

DON MENDO
Y yo poder,
y mejores han de ser
mis brazos que honra te dan
que no sus brazos.

DOÑA BLANCA
Sí, harán,
porque bien o mal nacido,
el más indigno marido
excede al mejor galán

DON GARCÍA
(Aparte.)
Mas, ¿cómo puede sufrir
un caballero esta ofensa?
Que no le conozco piensa
el Rey; saldréle a impedir.

DON MENDO
¿Cómo te has de resistir?

DOÑA BLANCA
Con firme valor.

DON MENDO
¿Quién vio
tanta dureza?

DOÑA BLANCA
Quien dio
fama a Roma en las edades.

DON MENDO
¡Oh, qué villanas crueldades!
¿Quién puede impedirme?

DON GARCÍA
Yo,
que esto sólo se permite
a mi estado y desconsuelo,
que contra rayos del cielo
ningún humano compite,
y sé que aunque solicite
el remedio que procuro,
ni puedo ni me aseguro
que aquí, contra mi rigor,
ha puesto un muro el amor
y aquí el respeto otro muro.

DOÑA BLANCA
¡Esposo mío, García!

DON MENDO
(Aparte.)
Disimular es cordura.

DON GARCÍA
¡Oh malograda hermosura!
¡Oh poderosa porfía!

DOÑA BLANCA
¡Grande fue la dicha mía!

DON GARCÍA
¡Mi desdicha fue mayor!

DOÑA BLANCA
Albricias pido a mi amor.

DON GARCÍA
Venganza pido a los Cielos,
pues en mis penas y celos
no halla remedio el honor;
mas este remedio tiene:
vamos, Blanca, al Castañar.

DON MENDO
En mi poder ha de estar
mientras otra cosa ordene,
que me han dicho que conviene
a la quietud de los dos
el guardalla.

DON GARCÍA
Guárdeos Dios
por la merced que la hacéis;
mas no es justo vos guardéis
lo que he de guardar de vos;
que no es razón natural,
ni se ha visto ni se ha usado,
que guarde el lobo al ganado
ni guarde el oso al panal.
Antes, señor, por mi mal
será, si a Blanca no os quito,
siendo de vuestro apetito,
oso ciego, voraz lobo,
o convidar con el robo
o rogar con el delito.

DOÑA BLANCA
Dadme licencia, señor.

DON MENDO
Estás, Blanca, por mi cuenta,
y no has de irte.

DON GARCÍA
Esta afrenta
no os la merece mi amor.

DON MENDO
Esto ha de ser.

DON GARCÍA
Es rigor
que de injusticia procede.

DON MENDO
(Aparte.
Para que en Palacio quede
a la Reina he de acudir.)
De aquí no habéis de salir,
ved que lo manda quien puede.
(Vase.)

sábado, 6 de septiembre de 2008

Don Quijote de la Mancha


Lo bueno de tener una ventana abierta en el blog intitulada "digresiones" es que se puede desbarrar. ¿Qué es sino una digresión?



Estos días fantásticos de septiembre donde la temperatura es cálida pero no canicular, ayer llovió y refrescó la atmósfera, aprovechamos para releer la gran novela por excelencia "Don Quijote de la Mancha" y, como siempre, que uno la relee, la novela es otra, cuando el que es otro es uno mismo pero vaya la sensación es la de estar leyendo otra novela.



En esta relectura detectamos cómo Miguel de Cervantes a medida que avanza en la escritura de su novela, avanza también en comprensión, respeto y amor hacia sus personajes. Como ocurre en la vida misma cuando entablas una buena amistad que, con el tiempo, se torna en una gran amistad y todo lo que ello implica. Con sus personajes ocurre lo mismo y, sabiendo, que no tenía en la cabeza escribir la segunda parte, cuando la novela llega a su capítulo XXV, más o menos la mitad, el lector se topa con lo siguiente:





Soberana y alta señora:


El ferido de punta de ausencia, y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que además de ser fuerte es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación, ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo. Si gustares de socorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo.


Tuyo hasta la muerte,
El caballero de la triste figura




Y como dice un personaje de Shakespeare "¿Quieren ustedes mi opinión?, allá va, no me la puedo guardar" -sabiendo que la carta está llena de arcaísmos, sabiendo que es burlesca para con las cartas de las novelas de caballerías- nos parece la carta de amor más bella jamás escrita.



En este momento de la novela se nota que Cervantes está fascinado con su personaje, tanto que esta carta en su boca es de una ternura infinita -del autor hacia su criatura-.



Y toda la crítica que no ha captado esta belleza es porque no ha entrado o no se ha enterado de cómo evoluciona el amor y la comprensión del autor hacia su personaje, porque no se han dado cuenta de la gran humanidad que hay que tener para que estas cosas pasen. Así que se quedan en el exterior tan sólo y claro, efectivamente la carta está llena de arcaísmos, de imágenes ya utilizadas en el Amadís de Gaula y otras novelas de referencia en los libros de caballería pero se han quedado impermeables al gran hombre que es en este momento Cervantes.



¿A qué viene todo esto? A nada, simplemente se trata de una digresión al hilo de la lectura en estos días de tregua canicular de Don Quijote de la Mancha.



Memorizemos esta carta, merece la pena, hay tanta emoción contenida.

Gabriel Bocángel y Unzueta


Gabriel Bocángel y Unzueta
(1603-1658)
Publicamos un soneto de otro seguidor de Góngora -no tan oscuro en sus versos-. Se le atribuye teatro donde, por primera vez, se introduce la música en directo. Pero hablemos de sus versos, de su poesía. Prestemos, en este soneto, atención a los acentos prosódicos, y no sólo a sus sílabas, no sólo a su estructura perfecta de catorce versos de once sílabas. Escuchemos su precisa y preciosa acentuación en segunda y penúltima y luego conforme avanzamos en las estrofas juguemos con los ritmos y con la intensidad dramática de la tercera estrofa. Frenemos y gocemos la última estrofa. Gocemos de la estructura fonemática de cada palabra de este maravilloso último terceto y eso es el estilo verbal. Pero recordad que lo más importante de los versos son los pensamientos encerrados, porque es lo más peliagudo y lo más complejo, la música viene añadida después. Estamos ante poetas muy inteligente y ante poetas que no tuvieron que presenciar la actual perversión del lenguaje.
Yo cantaré de amor tan dulcemente
el rato que me hurtase a sus dolores,
que el pecho que jamás sintió de amores
empiece a confesar que amores siente.
Verá como no hay dicha permanente
debajo de los cielos superiores,
y que las dichas altas o menores,
imitan en el suelo su corriente.
Verá que ni en amar alguno alcanza
firmeza, aunque la tenga en el tormento
de idolatrar un mármol con belleza.
Porque si todo amor es esperanza,
y la esperanza es vínculo del viento
¿quién puede amar seguro en su firmeza?

viernes, 5 de septiembre de 2008

Narciso



Ya tenemos imagen para la publicidad del I Ciclo de Teatro Clásico Valencia que va a organizar El Corral de la Olivera durante el mes de noviembre de 2008 en la Sala Off de Valencia (C/Turia, 45). Se trata del Narciso pintado por Caravaggio. La imagen es de una potencia y de una intensidad inusitada y estamos seguros de que no pasará inadvertida. El Ciclo de Teatro Clásico que organizamos incluye representaciones -La Dama Boba-, recitales -Amo mis Clásicos-, investigaciones teatrales -Teatro Come Teatro- y en todas ellas se respira un perfume de enamoramiento por el teatro clásico. El teatro enamorado de sí mismo, el teatro que mira al teatro, el teatro que come teatro. La publicidad implica reclamo y esta imagen es lo que tiene. Posee una capacidad hipnótica que la hace única. En cuanto surjan las primeras pruebas -posters, programas, flyers, etc...- las iremos publicando aquí para contrastar el mensaje con la imagen.

pérez de montalbán



Pérez de Montalbán

(1602-1638)

Poeta lleno de fundamentos del arte de la poesía. Nadie puede escribir un sólo verso sin un dominio de su arte. Pérez de Montalbán, poeta que utiliza el arte verbal, que domina el habla, el verso, poeta que llega a la sorpresa, a la magia, el duende o el misterio -le podemos llamar como queramos-. Poeta que no cae en lo vulgar, en lo intrascendente, en definitiva en lo innecesario. Dijimos ya que la forma poética elegida por el poeta es su fondo y el fondo queda minimizado por su estilo verbal o por su música del pensamiento y aquí insistiremos mucho. Leemos como describe Pérez de Montalbán una boca:

Describe la hermosa boca de una dama

Clavel dividido en dos,

tierna adulación del aire,

dulce ofensa de la vida,

breve concha, rojo esmalte;

puerta de carmín por donde

el aliento de ambar sale,

y corto espacio de aljófar

que se aposenta en granates;

depósito de albedríos,

hermosa y purpúrea imagen

del múrice que en su concha

guarda colores de sangre;

cinta de sangre con quien

Tiro se muestra cobarde

y aun sentía, porque el cielo

más expuso en menos parte;

ello aplauso de los ojos,

hermosa y pequeña cárcel,

muerte disfrazada en grana,

si hay muerte tan agradable;

tiranía deliciosa,

cuyo vergonzoso engaste

es mudo hechizo a la vista

siendo un imperio suave;

guarnición de rosa en plata

y de nieve entre corales,

discreta envidia a las flores

que un mayo miran constantes;

y en fin, cifra de hermosura,

si permitís que os alabe,

decidme vos de vos misma

porque os sirva y no os agravie.

Mas la empresa es infinita,

yo muy vuestro, perdonadme,

porque sólo sé de vos

que habéis sabido matarme.

Romances del CID - CNTC



COMPAÑÍA NACIONAL DE TEATRO CLÁSICO

Romances del Cid

Dirección: Eduardo Vasco

Introducción

Partiendo del Romancero, concretamente de aquellos romances basados en la figura del Cid, elaboramos este espectáculo, el segundo de pequeño formato tras Viaje del Parnaso. Se trata de otro viaje, este acompañando a Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, una figura que, como otras tantas de nuestra literatura a lo largo de la historia, ha sido objeto de múltiples apropiaciones políticas improcedentes.

El Cantar de Mío Cid, el documento de la épica castellana más antiguo que se conoce, da origen, probablemente, a la parte del romancero que narra su historia. Fue transmitido en un códice del siglo XIV, copia a su vez de otro ejecutado por Pedro Abad y fechado en 1207, año que nos sirve de referencia para celebrar los ocho siglos de existencia de esta magnífica historia medieval narrada desde el punto de vista del siglo dieciséis.

Estas son las palabras con las que se abre el programa de El CID de la CNTC y aunque la línea estética de El Corral de la Olivera es más contemporánea -porque nos lo podemos permitir- que la que lleva la CNTC, desde aquí, y sin reservas nos declaramos forofos de Eduardo Vasco. Estoy hojeando la edición, cuidadísima, que han publicado sobre el espectáculo del Cid y nos quitamos el sombrero ya desde el propio título "El Cid poesía y teatro". Comulgamos con el rigor -que ya se le presupone- pero, sobre todo, el arrojo y la valentía de prestarle tanta atención y mimo a estos montajes de pequeño formato -igual que a la joven compañía-. Ya sabemos que en los grandes montajes, ya hemos hablado aquí de Las manos blancas no ofenden, hay que poner toda la maquinaria de que se dispone para que, al menos la Compañía Nacional, nos sorprenda en medios y en repartos pero que el mismo empeño y cariño se vean en estos pequeños montajes sí que es inusual.

El mérito se lo vamos a dar, descaradamente, a Eduardo Vasco y no es quitarle mérito, sino todo lo contrario, decir que es un genial director de mínimos y un buen director de máximos. Esto también se le ve en los grandes montajes donde nos sorprende en los rincones mínimos del texto y donde en los momentos máximos se muestra más conservador.

Aunque tal vez extenso para publicar en este cuaderno no nos resistimos de publicar sus palabras para el gran-pequeño espectáculo del Cid porque son magistrales:

"A veces me gusta recordar el momento en que escuché por vez primera el romance del Conde Olinos, o cuando supe de Gaiferos, de Abenámar, Rosa Fresca, el Conde Claros, Gerineldo, Zaide o tantos otros. Me gusta volver a aquellos momentos porque ya pertenecen plenamente a mi infancia, llena de emociones y sensaciones, a esa parte de uno, quizás imaginaria, pero que pesa más que los acontecimientos reales.

Yo tengo almacenados esos recuerdos en el mismo baúl en el que guardo mis primeras experiencias teatrales, con aquellos profesores del colegio que me hicieron recitar o cantar tiradas de versos que, seguidamente, yo aprendía de memoria. El amor a la poesía constituyó para mí el principio de todo; por esa puerta entraron la música y el teatro y se instalaron en mi vida, por fortuna, para siempre.

Los romances constituyen la semilla de la teatralidad pura, aquella que trabaja sin intermediarios, de manera frontal, con las convenciones básicas y los intérpretes expuestos, solos, ante el ávido espectador. Aparecen como una forma casi espontánea del actor, capaz de evocar todo el universo con el poder de su palabra, de trasportar al espectador a través de lugares, personajes y épocas con historias del pasado que se vuelven presentes, no ante sus ojos, sino en su imaginación. El mejor teatro, el que sucede dentro de los espectadores. Así, estos romances nos hablan, sobre todo, de nuestra increíble capacidad como receptores, de nuestra tremenda ingenuidad como consumidores de historias, que no necesitan un envoltorio espectacular, ni un gran despliegue de medios ante una buena historia servida con la poesía más accesible, más fácil de disfrutar, más inmediata.

El maravilloso encuentro de la poesía con el teatro tiene, en nuestra historia literaria, un camino directamente relacionado con el Romancero: el romance es el metro más utilizado en nuestro teatro, del Romancero salen una gran parte de las historias que cuentan en sus obras nuestros dramaturgos, que a su vez enriquecieron los temas y las formas de los romances. Además, sabemos que se cantaban, se leían, se recitaban, se interpretaban… luego no resulta extraño que algunos de los dramaturgos más importantes del siglo XX, como Brecht o Müller, utilicen formas muy similares al romance para sus propuestas dramatúrgicas más ligadas a lo didáctico, a lo inmediato.

Por todas esas razones, decidimos, hace tiempo, realizar un espectáculo partiendo de nuestro Romancero. Tras revisar el material, el inmenso material disponible en las numerosas recopilaciones, parecía claro que lo idóneo sería centrarnos en un tema o en una figura alrededor de la que girase un único Romancero. Eran muchas las posibilidades, algunas de las cuales seguimos valorando todavía: Don Rodrigo, Bernardo del Carpio, los romances fronterizos, los moriscos o los simples romances sueltos de amor, muerte y destino. De entre todos ellos, los romances del Cid aparecían como la opción más fascinante, apetitosa y necesaria en este momento. El Cid ha pasado de la gloria a la ignominia y el causante ha sido un mal nacional: el juzgar de oídas.

Cuando uno se enfrenta con detenimiento a lo que pudo ser la figura histórica situada en su contexto, al calado literario del personaje, a su extraordinaria vinculación popular, no puede menos que extrañarse de la caída libre que ha sufrido en los últimos tiempos. Era una buena cosa, desde la Compañía, utilizar el Romancero del Cid, buscar en las raíces de nuestra teatralidad, revisar al héroe castellano y encontrarlo, a nuestra manera, sin prejuicios heredados. Este es el segundo montaje de formato pequeño que la Compañía aborda para poder llegar a aquellos sitios a los que no accede habitualmente. Como en el anterior, Viaje del Parnaso, hemos partido de un material no dramático para nuestra propuesta, lo cual resulta tan complejo como excitante porque nos permite elaborar espectáculos posibles, a la vez que investigamos sobre aquellos componentes que nos fascinan y conforman el mundo del teatro clásico. Para ello, hemos buscado en los baúles que se alojan cerca de esa remota parte de nosotros donde se encuentra el principio de todo, con la esperanza, seguramente también remota, de que a ustedes les sugiera algo parecido. "

Eduardo Vasco

Director del montaje y de la CNTC

jueves, 4 de septiembre de 2008

Lope de Vega - El Caballero de Olmedo

Recuerda que al final del texto encontrarás el archivo sonoro.

Lope de Vega


El Caballero de Olmedo
(fragmento)


ALONSO

Yo lo siento, y voy a Olmedo,
dejando el alma en Medina:
no sé cómo parto y quedo;
amor la ausencia imagina:
los celos, señora, el miedo;
así parto muerto y vivo,
que vida y muerte recibo.
Mas ¿qué te puedo decir,
cuando estoy para partir,
puesto ya el pie en el estribo?
Ando, señora, estos días,
entre tantas asperezas
de imaginaciones mías,
consolado en mis tristezas
y triste en mis alegrías;
tengo, pensando perderte,

imaginación tan fuerte,
y así en ella vengo y voy,
que me parece que estoy
con las ansias de la muerte.
La envidia de mis contrarios
temo tanto, que, aunque puedo
poner medios necesarios,
estoy entre amor y miedo
haciendo discursos varios.
Ya para siempre me privo
de verte, y de suerte vivo,
que, mi muerte presumiendo,
parece que estoy diciendo:
«Señora, aquesta te escribo».
Tener de tu esposo el nombre
amor y favor ha sido;
pero es justo que me asombre,
que amado y favorecido
tenga tal tristeza un hombre.
Parto a morir, y te escribo
mi muerte, si ausente vivo,
porque tengo, Inés, por cierto
que si vuelvo será muerto,
pues partir no puedo vivo.
Bien sé que tristeza es;
pero puede tanto en mí,
que me dice, hermosa Inés:
«Si partes muerto de aquí,
¿cómo volverás después?»
Yo parto, y parto a la muerte,
aunque morir no es perderte;
que si el alma no se parte,
¿cómo es posible dejarte,
cuanto más, volver a verte?

Otoño en El Corral de la Olivera






Valencia, 4 de septiembre 2008



Ya estamos en marcha de nuevo. Ayer, 3 de septiembre nos reunimos toda la compañía de El Corral de la Olivera y se programó todo el primer trimestre de la presente temporada teatral y, tenemos que decir, que se avecina un mes de noviembre impresionante:



Por un lado tenemos -en noviembre- la Campaña Escolar de La Dama Boba en el Teatro Olympia de Valencia. Como ya sabéis -ver entrada de Campañas Escolares- las Campañas, es una de las actividades donde ponemos más el acento y donde nos sentimos más a gusto. Es un honor y un privilegio trabajar codo con codo con todos los jóvenes que están a punto de descubrir el encanto y la magia de nuestros clásicos. Esta Campaña se inició en febrero de la temporada pasada y fue un enorme éxito. Comprobamos que sí que interesa el teatro clásico a los jóvenes y esto es una de las mayores satisfacciones que se puede llevar un colectivo dedicado precisamente a eso, al estudio, el fomento y la producción de nuestro teatro áureo.



Por otro lado -también en noviembre- ha surgido la posibilidad de que El Corral de la Olivera coordine y dirija un Ciclo dedicado al Teatro Clásico. Este ciclo quedaría más o menos así:



- Jornadas Experimentales de Teatro Clásico TEATRO COME TEATRO. Representaciones teatrales y mesas redondas en torno a la experimentación teatral de los clásicos. Dirigido por Inmaculada Sanambrosio.



- Recital-espectáculo de poesía y teatro amatorio del Siglo de Oro. Dirección: Victoria Salvador.



- Representaciones teatrales de La Dama Boba de Lope de Vega. Dirección: Rafael Cruz.



Estos son los dos flancos de actividad de El Corral de la Olivera para el otoño, y no es poco pero seguro que con la ilusión que mostró ayer todo el colectivo será una experiencia enormemente creativa donde habrá un enorme crecimiento artístico de todos sus miembros.




Lope de Vega 1

Fonoteca el corral de la olivera


al final del texto encontrarás el archivo sonoro
Lope de Vega

La Dama Boba

(fragmento)


Amor, señores, ha sido
aquel ingenio profundo
que llaman alma del mundo,
y es el doctor que ha tenido
la cátedra de las ciencias;
porque sólo con amor
aprende el hombre mejor
sus divinas diferencias.
Así lo sintió Platón;
esto Aristóteles dijo;
que como del cielo es hijo,
es todo contemplación;
de ella nació el admirarse,
y de admirarse nació
el filosofar, que dio
luz, con que pudo fundarse
toda ciencia artificial,
y a amor se ha de agradecer
que el deseo de saber
es al hombre natural.
Amor, con fuerza süave,
dio al hombre el saber sentir;
dio leyes para vivir
político, honesto y grave.
Amor repúblicas hizo;
que la concordia nació
de amor, con que a ser volvió
lo que la guerra deshizo
Amor dio lengua a las aves,
vistió la tierra de frutos,
y como prados enjutos
rompió el mar con fuertes naves.
Amor enseñó a escribir
altos y dulces concetos,
como de su causa efetos
Amor enseñó a vestir
al más rudo, al más grosero
de la elegancia fue Amor
el maestro; el inventor
fue de los versos primero;
la música se le debe
y la pintura. Pues quién
dejará de saber bien
como sus efetos pruebe?




miércoles, 3 de septiembre de 2008

Pedro Calderón de la Barca 2


Pedro Calderón de la Barca
(1600-1681)
Don Pedro nos enseñó que la vida es sueño y, también, que la vida puede ser teatro, en verso por supuesto. Los sucesos vitales importantes que queremos que funcionen los preparamos con antelación visualizándolos, meditándolos, en definitiva, "ensayándolos" para que salga todo bien: eso es vivir con medida. La medida lo es todo porque dependerá de ella que nuestra vida fluya en armonía y equilibrio. Cuando hacemos todo esto estamos, de alguna forma, "teatralizando" la vida. Cuando actuamos al revés, es decir, cuando nos enfrentamos al teatro, nos damos enseguida cuenta de que el teatro no es la vida pero, al menos el de Calderón, debe estar lleno de vida. De otra forma todo se desmorona, se torna "mortal" como diría el maestro Brook. ¿Cuántos atropellos se han hecho en nombre de Don Pedro y en nombre del teatro clásico? ¿Quién dice que el teatro clásico es aburrido? Aquel que no ha presenciado jamás una puesta en escena donde todo el equipo, desde los actores al director, no han entendido que la vida y el teatro están muy estrechamente ligados, que son una carretera de doble dirección: Teatralizamos la vida igual que llenamos de vida el escenario. Esta es sólo una de las innumerables lecciones que el genio de Calderón de la Barca nos dejó y por ello es quien es, y por ello le estamos tan agradecidos. ¡Gracias maestro del teatro y de la vida!
La devoción de la cruz
(fragmento)
JULIA
¿Qué es esto?
¿Tú en esta casa?
EUSEBIO
El rigor
de mi desdicha, y tu amor
en tal peligro me ha puesto.
JULIA
Pues ¿cómo has entrado aquí
y emprendes tan loco extremo?
EUSEBIO
Como la muerte no temo.
JULIA
¿Qué es lo que intentas así?
EUSEBIO
Hoy obligarte deseo,
Julia, porque agradecida
dés a mi amor nueva vida,
nueva gloria a mi deseo.
Yo he sabido cuánto ofende
a tu padre mi cuidado:
Que a su noticia a llegado
nuestro amor, y que pretende
que tú recibas mañana
el estado que desea,
para que mi dicha sea,
como mi esperanza, vana.
Si ha sido gusto, si ha sido
amor el que me has mostrado,
si es verdad que me has amado,
si es cierto que me has querido
vente conmigo; pues ves
que no tiene resistencia
de tu padre la obediencia,
deja tu casa; y después
que habrá mil remedios piensa;
pues ya en mi poder, es justo
que haga de la fuerza gusto,
y obligación de la ofensa.
Villas tengo en que guardarte,
gente con que defenderte,
hacienda para ofrecerte
y un alma para adorarte.
Si darme vida deseas,
si es verdadero tu amor,
atrévete, o el dolor
hará que mi muerte veas.

Esteban Manuel de Villegas


Esteban Manuel de Villegas
(1595-1669)
Destaca sobre todo por su adaptación de la estrofa sáfica, compuesta por tres endecasílabos con acento en las sílabas 43, 83 y loa y cesura tras la 53 ("Dulce vecino de la verde selva / huésped eterno del abril florido, / vital aliento de la madre Venus") (el endecasílabo sáfico grecolatino presenta los tiempos fuertes en las sílabas 53, 83 y loa y cesura tras la 63; también se aprecia una tendencia, según los autores, a presentar la 13 y 33 como tiempos fuertes) y un pentasílabo con acento en las sílabas 13 y 43 (equivalente al adónico) ("Céfiro blando"). Esteban Manuel de Villegas, extraordinario poeta perseguido y desterrado por la Inquisición española. En sus poemas la disposición específica de los versos y la colocación de las palabras dentro del verso, en un modelo metrico determinado (como el sáfico que presentamos aquí), son puntos de reflexión y ayuda para el lector, son el prólogo de una actitud que nos lleva a pensar en la funcionalidad del verso, de la palabra.
Dulce vecino de la verde selva,
huésped eterno del abril florido,
vital aliento de la madre Venus,
céfiro blando;
si de mis ansias el amor supiste,
tú, que las quejas de mi voz llevaste,
oye, no temas, y a mi ninfa dile,
dile que muero.
Filis un tiempo mi dolor sabía;
Filis un tiempo mi dolor lloraba;
quísome un tiempo, mas ahora temo,
temo sus iras.
Así los dioses con amor paterno,
así los cielos con amor benigno,
nieguen al tiempo que feliz volares
nieve a la tierra.
Jamás el peso de la nube parda,
cuando amanece en la elevada cumbre,
toque tus hombros, ni su mal granizo
hiera tus alas.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Pedro Soto de Rojas



Pedro Soto de Rojas

(1584-1658)

Cuando nos enfrentamos a la lectura de un soneto es inevitable que nos asalte la eterna cuestión del estilo verbal preciso para ese soneto o para cualquier otro. ¿Cómo se recita un soneto?, ¿cómo se dice?, ¿cuál es su estilo verbal? Ya dijimos que el estilo verbal es la música del pensamiento, por lo tanto primero debemos desvelar cuáles son los pensamientos que encierra ese soneto y, a partir de ahí, asignarle la música más conveniente. Lo que no se debe hacer jamás y es práctica común muy extendida, es hacerlo al revés, es decir, ponerle una música hueca y luego preguntarse cuál es el pensamiento de ese sonido vacío porque la respuesta es obvia: NINGUNO. En música ocurre lo mismo, no se trata tan sólo de saber leer una partitura tanto como de saber qué quiere decir esa partitura. Y así estamos todavía en este país, discutiendo cómo debe sonar un soneto en vez de discutir qué pone en ese soneto... en fin.

Mirando un incendio

Subes, ¡oh llama!, con veloz carrera,

de estos cansados leños desatada,

solicitando, en humo transformada,

el distante reposo de tu esfera;

pero al subir por la región ligera

te vuelve el viento burlador en nada:

¡ay de ti, cuanto amante, desdichada,

de mi más dulce acción imagen fiera!

Así disuelta, sube, el alma mía

del corazón, solicitando asiento,

a la esfera veloz de su alegría,

y nunca llega a conseguir su intento,

que es humo de mi ardor, y a su porfía

es un desdén dificultad del viento.

Seguimos agradecidos a la selección de poemas de María Asunción Mateo y Rafael Alberti para Milhojas de Mario Muchnik.