domingo, 31 de agosto de 2008

Luis Carrillo de Sotomayor



Luis Carrillo y Sotomayor

(1584-1610)

En poesía, como en cualquier manifestación artística, es importante tanto para el poeta como para el lector distinguir entre sensibilidad y sensiblería. Cansados estamos de encontrar a personas que estiman un poema sólo porque es de amor. No, no se trata de eso -y no queremos pecar de intolerantes- pero no, debemos, tenemos que alejar urgentemente de nosotros la sensiblería. La sensibilidad, sin embargo, hay que cultivarla, hay que educarla. En nuestra larga experiencia formando actores hemos detectado la importancia que tiene que el actor no se invente emociones que no están en el texto. El siguiente poema, también de amor, de Luis Carrillo de Sotomayor pidiéndole piedad de sus males al Amor o emociona o no pero no debemos "bombear" la emoción sólo porque es de amor y no nos ha emocionado. La emoción que hay en cada verso hay que trabajársela como quien se trabaja la emoción frente a una obra conceptualista o abstracta porque, desde luego, no viene dada así como así. Hay que recordar que estamos frente a poemas de una época en la que el idioma se estaba confeccionando hasta llegar a su esplendor máximo y, por supuesto, de una época que no vió la decadencia y perversión del mismo. Ponemos atención y dejamos que la emoción sea la propia del poema, no la que podamos en un momento determinado "bombear" porque somos sensibleros.

Pidiéndole piedad de sus males al Amor

Amor, déjame; Amor, queden perdidos

tantos días en ti, por ti gastados;

queden, queden suspiro empleados,

bienes, Amor, por tuyos, ya queridos.

Mis ojos ya los dejo consumidos,

y en sus lágrimas propias anegados;

mis sentidos, ¡oh Amor!, de ti usurpados,

queden por tus injurias más sentidos.

Deja que sólo el pecho, cual rendido,

desnudo salga de tu esquivo fuego;

perdido quede, Amor, ya lo perdido.

¡Muévate (no podrá), cruel, mi ruego!

Más yo sé que te hubiera enternecido,

si me vieras, Amor, ¡mas eres ciego!

No hay comentarios: