Valencia, 13 agosto 2008
¿Cómo hacer un blog, un cuaderno, realmente abierto? ¿Cómo equilibrar en ese cuaderno tus intimidades -anécdotas, cotilleos- con aquello que interesa al verdadero aficionado del teatro clásico? Ya hemos estado en el Festival de Almagro con todo lo que ello ha supuesto de trabajo, prestigio, repercusión pero ahí queda lanzada la pregunta. Sé que luego es demasiado tarde y, casi nunca, se vuelve atrás sobre estas reflexiones.
Somos muchos los que adoramos el teatro clásico y hay una conciencia que está despertando que hará que cada vez seamos más y este blog tendrá que estar preparado para ese momento porque, insisto, tienen que existir publicaciones que satisfagan este ansia de cultura y, a veces, los especialistas de la universidad son muy herméticos y los "teatreros" muy desprendidos y poco preocupados en publicar e investigar.
Es un problema de equilibrio y necesitamos toda la ayuda para que este blog sea una verdadera herramienta y no sólo un escaparate o ventana al mundo del teatro clásico que nada signifique.
¿Cómo hacer un blog, un cuaderno, realmente abierto? ¿Cómo equilibrar en ese cuaderno tus intimidades -anécdotas, cotilleos- con aquello que interesa al verdadero aficionado del teatro clásico? Ya hemos estado en el Festival de Almagro con todo lo que ello ha supuesto de trabajo, prestigio, repercusión pero ahí queda lanzada la pregunta. Sé que luego es demasiado tarde y, casi nunca, se vuelve atrás sobre estas reflexiones.
Somos muchos los que adoramos el teatro clásico y hay una conciencia que está despertando que hará que cada vez seamos más y este blog tendrá que estar preparado para ese momento porque, insisto, tienen que existir publicaciones que satisfagan este ansia de cultura y, a veces, los especialistas de la universidad son muy herméticos y los "teatreros" muy desprendidos y poco preocupados en publicar e investigar.
Es un problema de equilibrio y necesitamos toda la ayuda para que este blog sea una verdadera herramienta y no sólo un escaparate o ventana al mundo del teatro clásico que nada signifique.
Quedémonos, por el momento, con este árbol, metáfora de ese ser vivo al que aspiramos parecernos, es decir, firmes pero cambiantes.
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